Situación: C/ Salvador Cuyás, 10 ver mapa
Las Palmas de Gran Canaria
Tipo de comida: Gallega con especialidad en arroces
Precio: 339€ (7 personas)
aprox. 48 € por persona
Servicio: Muy bueno
Un reunión familiar, nos trasladó el pasado domingo, después de una reconfortante sesión de Spa, a este restaurante, que ha cambiado su nombre (antes llamado el Anexo) hace poco más de un año, situado junto a la Casa de Galicia y regentado por el mismo dueño, D. Rafael Pulido. Está situado en un emplazamiento inmejorable junto a la playa de Las Canteras y el Hotel Meliá Cristina.
A la entrada nos recibieron en la barra, donde mientras esperábamos que terminaran de preparar la mesa, tomamos un aperitivo de cava (Juve Camps, Reserva de Familia), cerveza o refresco, según el gusto.
Inmediatamente pasamos al comedor, donde seleccionamos de entrantes, unos camarones gallegos, que estaban muy buenos, a pesar de mi clara preferencia por los de Tenerife; unos salmonetes rebosados, que a pesar de ser más grandes de lo que estoy acostumbrado a tomar, venían en finas rodajas y estaban muy sabrosos; unos pimientos de padrón, tan picantes que tuvimos que retirar, ya que su ingestión hubiera provocado nuestra imposibilidad de seguir disfrutando del resto de la comida; y un poco de queso curado, que a pesar de que en el plano no parecía gran cosa, sorprendía en el paladar.
Ya para comer, y dado las especialidades de la casa, seleccionamos un arroz con verduras y ternera en su punto de sabor y cocción y una fideuá negra con cigalitas y calamares con su tinta, que a pesar de que no aparece en la carta, es uno de sus platos estrella. No hace falta decir que ambos platos estaban espectacular, no esperábamos menos.
Todo este ágape fue maridado con tres botellas de vino blanco de Lanzarote de la marca Stratvs, en un intento de encuentro de la cultura gallega con las islas, que a pesar de la distancia, nos baña un mismo mar, y eso se nota.
De postre, y para dar un toque dulce a este almuerzo basado en los frutos del mar, una tarta de Santiago con helado de vainilla y regada con un toque de vino de Oporto, un postre típicamente gallego que no podía faltar en esta cita; un arroz con leche, ni muy sólido, ni muy líquido, a nuestro gusto; una natilla, con un sabor y una textura en su punto, acompañada de canela al gusto; milhojas de crema con chocolate caliente, otro postre típicamente gallego, con un fabuloso contraste de la milhojas con su suave crema fría y el chocolate negro caliente, una mouse de chocolate, correcta en todos los sentidos.
Por último, para ayudar ha digerir todo lo relatado, nos tomamos un licor, que después de esta comida tan gallega, no podía ser otro que un orujo de hierbas.
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