Situación: Calle Alcalde Vicente Arencibia 5 ver mapa
Valleseco
Tipo de comida: Carne a la brasa
Precio: 44,73 (2 personas)
aprox. 22 € por persona
Servicio: Bueno
Hoy hemos celebrado una jornada particular.
Primero realizamos una cata de vinos en las Bodegas Mogarén, en Las Vegas de Valsequillo, de manos de los hermanos Martel -Miguel y Segundo-, donde degustamos sus caldos acompañados de un ligero acompañamiento -pan, aceitunas y queso-. Primero "rompimos el hielo" con su blanco semidulce, un vino de edición muy limitada que sorprende en boca con un ligero amargor inicial dejando un regusto final dulce y amplio. Seguimos con el tinto joven -3 meses en barrica- resultando un vino ligero y agradable, que a su temperatura adecuada podría parecernos casi un refresco frutal. Posteriormente, probamos a su hermano mayor, el Gran Mogarén -6 meses en barrica- con mucho más cuerpo y matices propios de los vinos de nuestra tierra. Terminamos con un "licor de vino" de autor especial para acompañar los postres que es recomendable tomar con cautela, porque su agradable sabor junto a su alta graduación puede sacarnos los colores.
Posteriormente tuvimos que dirigirnos a Valleseco.
Como supondrán el paseo nos abrió el apetito y decidimos hacer una "parada técnica" en un grill del que hacía tiempo teníamos ganas de probar por su buenas críticas: el Restaurante Grill El Prado.
Para hacer boca nos sirvieron (y cobraron) un pan calentito con matalahúva y un alioli fuertito pero muy bueno. De entrante nos recomendaron su ropa vieja, que según nos indicaros estaba galardonada con un premio gastronómico, y la verdad es que no nos defraudó, llamándonos la atención que entre sus ingredientes habituales se sumaran las pasas.
Como plato fuerte decidimos compartir un chuletón de novillo a la parrilla, que sirven acompañado de hortalizas a la brasa y papas fritas. Lo blando de una carne, que por lo general es muy sabrosa, nos dejó maravillados.
Para beber decidimos acompañarlo con cervezas, para no contrastar con los vinos mencionados.
Desgraciadamente el picoteo previo a la comida hizo sus estragos y no tuvimos espacio para probar los postres, a pesar de que nos sentaron junto al expositor de tartas, que tenían una pinta espectacular.
Podemos decir que el local ofrece unas carnes de primerísima calidad a unos precios nada baratos (recordad que no tomamos ni vino, ni postre, ni excesiva cantidad de comida) acorde con los productos y la amabilidad del servicio.
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